En el anterior post nos centramos en describir que efectos
tenían las manipulaciones vertebrales según la ciencia.
En este describiremos
los efectos que no producen estas técnicas
y que constituyen mitos más o menos constantes en la población.
Disciplinas de la salud como la Osteopatía sustentan las
bases de sus técnicas manipulativas sobre PATRONES
DE ACOPLAMIENTO VERTEBRAL (Leyes de Fryette), es decir, presuponen que los
segmentos vertebrales se mueven igual en todos los sujetos y producen las
mismas combinaciones de movimientos. Sin embargo, según la ciencia parece ser
que el movimiento vertebral acoplado es inconstante y existe una gran
variabilidad individual. Por ejemplo Legaspi y Edmond (2007) hicieron un
estudio para valorar el patrón de acoplamiento en diferentes sujetos en el
raquis lumbar, obteniendo una gran
diferencia entre los sujetos, Sizer et al. (2007) obtuvieron resultados
similares en la columna dorsal,
llegando a la conclusión que no era posible predecir las secuencias de
movimientos vertebrales. Tanto Edmonson et al. (2005) como Malmstrom et al.
(2006) hicieron lo propio en la región cervical
inferior, concluyeron que los movimientos vertebrales venían influenciados por
factores como la edad, sexo o la postura cervical y no por patrones de
acoplamiento predecibles. Sin embargo, Ishii et al. 2004 llegaron a la
conclusión de que sí parece existir un patrón de movimiento constante en la columna cervical superior. Algunos de
estos autores proponen, valorar en cada individuo cual es el patrón de
acoplamiento y enfocar las técnicas de terapia manual de manera individualizada
y no siguiendo una secuencia de movimientos que han demostrado ser inconstantes
en la población.
Sigue estando bastante extendido tanto entre la población
como entre profesionales de la salud el hecho de que, cuando se realiza una
manipulación se produce una “RECOLOCACIÓN
VERTEBRAL”. Se han realizado algunos estudios valorando los posibles
cambios en la posición vertebral mediante resonancia magnética. Tullbergtet et
al. (1998) estudiaron los efectos de las manipulaciones en la articulación sacroílíaca y concluyeron
que estas técnicas sí tienen efectos en el dolor pero que en cualquier caso no
son resultado de la reducción de una “subluxación” ya que la posición del
ilíaco no cambió tras una manipulación. Crammer et al. (2002) estudió los
cambios en la separación de las carillas articulares tras una manipulación lumbar y observó que sí existen cambios
en la distancia entre estas carillas (Es decir, aumenta el espacio
intraarticular) pero tiene un efecto a corto plazo y en ningún caso se produce
un movimiento en la posición de la vertebra. También Crammer et al. en 2013
observaron que la manipulación lumbar tras 2 semanas no modificó la posición de
las carillas articulares. Por lo tanto no existen las subluxaciones vertebrales
y no se modifica la posición de las vertebras tras una manipulación.
Por último, también existe la creencia de que el EL SONIDO ARTICULAR es consecuencia de
un desplazamiento o una reducción de la articulación. Autores como Brodeur R. et
al. (1995) y Unsworth A. et al. (1971) descubrieron el proceso de
cavitación: Las carillas articulares presentan unas fuerzas de cohesión que las
unen, cuando se aplica de manera externa una separación, se da lugar a la
formación de gas intraarticular para compensar este aumento del espacio entre
las carillas, posteriormente cuando la presión se ha igualado entre el interior
y el exterior se produce una disminución repentina de la fase gaseosa que
genera el sonido perceptible para nosotros. En ningún caso el sonido que
percibimos en las manipulaciones se relaciona con una recolocación de la
vertebral.
Imagen que refleja el fenómeno de cavitación. |
Por lo tanto, los patrones de acoplamiento vertebral no son
predecibles y son individuales en cada persona, no existe un cambio en la
posición de los huesos cuando se realiza una manipulación y el sonido producido
en estas técnicas no tiene que ver con recolocaciones articulares.
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